martes, 19 de noviembre de 2013

Cenicientos




La alcaldesa Botella juega ahora a Caperucita Roja que evita despidos tras su propio caos de sucio aprendiz de brujo privatizador, y nos lee cuentos infantiles como a gilipollas para ilustrarnos sobre la maldad madrastra de las huelgas y la bondad de la sumisión cenicienta, cuyo zapato mágico el diputado de las CUP quiso calzar en el marmóreo rostro del príncipe azul de las preferentes, Rodrigo Rato, que le salió rana a este país esquilmado y estafado por sus oscuros sortilegios de genio de la botella, más terrorífico que el propio Poe. 
Pero desengañémonos: por más que algún lobo solitario de la Justicia haya soplado para derribar la casa de sobresueldos de chocolate de los muchos cerditos, finalmente siempre ha corrido la suerte del lince ibérico en extinción. Mientras que estos, superando con creces a sus émulos orwellianos, tras desahuciar al resto de inquilinos del reino lo ofrendan encantados a precio de saldo a vampiros y fondos buitre de reinos financieros lejanos. 
Y colorín colorado este cuento nos ha arruinado.










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