domingo, 30 de marzo de 2014

Autocumplido



De manual de cinismo tantas veces ensayado, y tan aguirrista. Cifuentes sanciona a los organizadores de la manifestación porque querían matar a sus policías. Esos que sus mandos abandonaron al socaire después de abrir boca, cráneos y testículos, y que salieran fotogénicos en defensa propia. Como siempre para auparse de nuevo del lado de las víctimas sobre su lomo, además de quitar con cárcel las ganas de organizar protestas. O acabaríamos siendo una democracia y eso suena a peligroso. Hasta sus propios infiltrados eran comandos violentos de ETA, aunque a estas alturas solo lo sugieran ya entre dientes. Tan violentos los más violentos que estuvieron a punto de lanzar los cócteles molotov que al parecer no llevaban, pero que por si acaso justificó las brutales cargas de inicio.











Razones



Cifuentes logra disolver ex ante las protestas contra la represión antidemocrática y la brutalidad policial, a base de amenazar con más ojos y testículos machacados. Más que nada para quitarles la razón, igual a la que sus robots ilustrados venían recién de expropiar de la mismísima Universidad. Producto de semejante expolio racional con que enculturar a las propias filas, pese a lo malsonante de la palabra, surge la propuesta de tornar el botellódromo en manifestódromo: un lugar apartado de la civilización donde la alcaldesa Botella podrá acudir a manifestar sus opiniones sin provocarle violencia cerebral a nadie.











miércoles, 26 de marzo de 2014

A discreción



El gobierno rechaza publicar la lista Falciani. El expolio español a buen recaudo, como la reforma prometida de la ley tributaria en que se amparan, y si hacía falta romper otra promesa incompatible con ellos mismos no lo dudarían un instante por España. 
No resulta extraño, dada la doble nacionalidad suiza de los miembros del gobierno. Lo que les imprime ese inconfundible sello de la mesura, ese aroma de la neutralidad, de la equidistancia financiera. 
Y de la discreción garantizada en temas bancarios, a contrapelo del resto de sus extravagantes actuaciones de distracción circense pero sin pan.
Y del fuego a discreción.












lunes, 24 de marzo de 2014

Amnesia



Cuando las colas de espera para despedir al finado Suárez terminen de eclipsar las del INEM, seguro que se nos informará del Madrid abarrotado de democracia del 22-M. Exequias y loas programadas desde el principio como agonía, que no pretendieron nunca desmerecer la auténtica democracia en la calle y menos aún en nombre del padre que dicen que la fundó, y que cínicamente se lo engulló. 
En efecto, emocionado homenaje del club de sus fieros detractores de antaño del rey para abajo, para escenificar una unidad política que el mismo día se deja fuera por descuido a cada vez más millones. Los que no cabían en Colón, junto al resto de los que no cabían en sí de gozo. No se lo tomemos a mal. Simplemente les pudo la emoción ante semejante carambola del marketing político, que haría vibrar a cualquiera con una mínima sensibilidad oportunista. No olvidemos que ya llevaban haciendo uso consagrado del símbolo Suárez desde que todos nosotros compartimos su misma amnesia. 
En cuanto a las Marchas de la Dignidad, lo bueno es que jamás podremos olvidarlas puesto que nunca existieron.












 

Cifuentes y perjuicios



Detenidos siete horas brazos en alto y cara a la pared, que sol no había. Ni a mear ni a beber ni a desmayarse. A uno lo acusan de intento de homicidio como si hubiera provocado hace un mes en Valladolid un derrame cerebral a una anciana con una porra reglamentaria, o le hubiera machacado un testículo a un joven o extraído decenas de ojos a balazos de goma, o acaso descoyuntado a mucha gente. Por poner algunos estrafalarios ejemplos.
Debemos comprender a los torturadores en su recién adquirido estatus de víctimas. Víctimas de la orden de efectuar cargas brutales en Colón contra la multitud, abarrotada de ancianos y familias con niños. Y luego doblemente víctimas del abandono en que sus mandos dejaron que les escoltaran cientos de sus pancarteros sangrantes, precisamente para que los telediarios inauguraran alguna imagen de policías agredidos, tras estos años en contumaz sentido inverso
Y que en dicho entrenamiento aleccionador vibrara en sus escudos el mismo miedo habitual que provocan en la gente con su violencia prepotente y arbitraria, esa de la que se alimenta su autoestima de orgullo patrio. Un bravo por Cifuentes y su lección moral a los esbirros, con jugosas vistas al prometedor paisaje de su ambición. 
En la línea de su partido gobernante para el que se postula candidata, esa ambición que nunca repara en gentes ni en efectivos sacrificables si la dicha es buena. 
Y que jamás reparará los daños causados.