sábado, 24 de mayo de 2014

Roma



Rajoy suelta un sutil codazo de alegría cómplice sobre su compañero de armas en la tribuna de personalidades sin personalidad, cuando el Madrid franquista empata en el último suspiro la final de Champions al equipo de la ilusión de la gente, mientras retiene un gesto triunfal que en su caso recrea el gesto estreñido del caballo de Calígula, o el del último Rómulo viendo desmoronarse el imperio del sinsentido. Se trata de su mafioso florentino de cabecera, de la Florencia del arte de la corrupción, la lapidación de erarios públicos a ladrillazos, dilapidación saudí de gentes y especulación de espejo de Dorian Grey, con mediocre y mafioso rostro a ambos lados.
Rajoy desconoce que más dura será la caída.







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