miércoles, 3 de enero de 2018

Cómo se puede ser persa


Esto se pone interesante.
Protestas en Irán contra la tremenda crisis económica y social, mitad neoliberalismo y desigualdad salvaje del régimen de las sotanas, mitad las sanciones asfixiantes Obama-Trump que por supuesto no cumplieron su parte del trato una vez Irán detuvo su programa nuclear, el gran impedimento para que la sádica Israel pudiera llevar adelante su anhelado ataque, de ahí que asesinara a unos cuantos científicos nucleares incluso en suelo iraní.
Trump y Putin necesitan urgentemente una subida del barril petrolero más allá de los 80 dólares. Ambos saben que bastaría con otra guerra en una potencia petrolífera de primer orden como lo es Irán.
Lo necesita el enorme petroestado ruso, en crisis económica en los últimos años por el precio barato de un petróleo que sobrepasa la demanda mundial.
Lo necesita Tillerson para la Exxon Mobil lo mismo que el propio Trump. 
Lo que además reactivaría el acuerdo ruso-americano para explotar el Ártico ruso, nuevas buenas noticias para acelerar el problema climático.
Puesto que Venezuela resiste mal que bien, qué mejor oportunidad que Irán, la potencia regional que le queda como oposición en la zona al imperialismo del caos.
Putin ya gesticula ante la obvia tentación de las potencias de siempre en destruir Irán. Esta vez se trata de la pieza maestra de toque para el imperialismo ruso-chino de contención.
No les van a permitir nunca que la ruta de la seda vaya como la seda, eso ha quedado claro.
Israel afila los colmillos. También en el mismo eje geopolítico Arabia Saudí, una de las máximas contribuyentes a ese precio barato hasta hoy. Tiene gracia, porque junto con EEUU hablamos de tres regímenes cuyo poder se halla altamente colonizado por los ultras religiosos. Pero verán cómo solo oímos hablar de los ulemas de Jamenei.
¿Volveremos a oír resonar el viejo cómo se puede ser persa de aquellos salones dieciochescos que decían ser ilustrados?
De todos modos Trump ya se ha encargado de poner las semillas para un nuevo crack financiero desregulando hasta al apuntador, al paso que le marca la entrañable Goldman Sachs, y derogando la parte de la Ley Dodd-Frank de 2008 que hipotéticamente cubría al público de tener que pagar los platos rotos bancarios la próxima vez.
Hagan sus apuestas. Porque ellos ya las están haciendo. Qué mejor expresión del capitalismo del desastre que unas finanzas que obtuvieron enormes beneficios apostando a que el sistema accionarial se derrumbaba... tras derrumbarlo.
 
 
 

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